Dictado adaptado de Tiempo de Leones de Soto Chica, José. Editorial Victoria. Sevilla, 2010. 495 páginas.
Flavio Valerio Jorge, [...] anciano y ciego, recuerda durante el asedio de Constantinopla del 678 por los sarracenos [...] su apasionante y épica vida desde octubre del 610 hasta septiembre de 615. [...] Jorge, al servicio militar del emperador Heraclio desarrolla su periplo vital desde el África latina, su tierra natal, hasta Constantinopla, pasando por Emesa, Gerasa, Antioquía, Jerusalén, Ctsesifonte, etc., en una lucha sin tregua contra los enemigos del Imperio, tanto en los campos de batalla como en los salones de los palacios.
En todos estos lugares míticos, se forja la historia del Imperio Bizantino y de Persia en el siglo VII y se forja el hombre: Flavio Valerio Jorge. No sólo participa en los momentos históricos más importantes del momento, sino que pasa de ser un adolescente a ser un joven "maduro" curtido en la vida, la fe y la guerra. Descubrirá el peligroso mundo que subyace en la corte de Constantinopla, la cara más cruel de la guerra, la desazón del amor equivocado, la perversidad de la ambición y la obsesión, el profundo dolor de la pérdida de los seres queridos y el sabor amargo de la derrota. Pero también sentirá la fuerza de los lazos de sangre, la dulzura de amores nuevos, la pureza de la amistad, la dignidad de la lealtad y el poder de la fe [...].
Junto a la historia de Jorge, conocemos también la historia de personajes históricos míticos como Heraclio, Fabia, Cosroes II, Shirin, el Patriarca Zacarías, Sharbaraz, Prisco, etc. Todos ellos soberbiamente retratados histórica y psicológicamente con sus miserias y grandezas. Tras el estruendo de las batallas, las tramas políticas y las intrigas palaciegas, está el sentir más íntimo de los personajes que van desfilando a lo largo de la trama. Simples seres humanos atrapados en grandes figuras históricas, esclavos de sus pasiones, obligaciones, ambiciones, traiciones, creencias, amores y desamores. [...]
Descubrimos la lucha de dos imperios por dominar el mundo y por la posesión de las reliquias de Cristo, la lucha entre Bizancio y Persia, eternos enemigos, que en este momento de crisis no supieron ver el verdadero peligro que les acechaba a uno y a otro, el Islam, el que a lo largo de los siglos se mostró como su auténtico enemigo y verdugo. Un Islam, que surge con fuerza aprovechado el vacío de poder que los dos imperios habían dejado en Arabia, concentrados como estaban en su lucha en Oriente.
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